...generalmente los lunes por la tardecita, en la ciudad de San Francisco se reúne un grupo de personas a escribir y a motivarse a escribir, a fabricar bollitos de papel con misterios en su interior, a escribir, a leer, a escuchar, a hacer bollitos de papel, a escribir...

15 julio 2006

El otro que no existe

Uno aplica teorías estereotipadas acerca del funcionamiento del universo, el palpable y el que no, pero las ideas se escapan ante cualquier intento de sistematización.
Yo tengo con vos una relación virtual, extraña, ambigua.Ambos pertenecemos a un sentido de las cosas alejado de lo cotidiano y sin embargo cada vez que te pienso y te incluyo en mi paradigma diario escucho una nota armónica, concreta, que está donde debe estar, y que permite que la canción fluya con ritmo firme y alentador.

La razón de que la cibernética exista no sólo partió de la mente humana.

La unión de madurez biológica y providencia jalonan cada peldaño en la historia universal y todo resulta de un modo complejo, pero sospechado de un hilo conductor que une minuto tras minuto nuestras existencias y nuestras relaciones con nuestro tiempo.
En el momento de que una sala sirvió de lazo para dos seres como nosotros ha dejado de ser una casualidad. Sin estar destinados, de algún modo estamos relacionados. Y ni siquiera podemos preguntarnos que hubiera pasado si nuestras situaciones fueran otras, nuestras distancias inversas, nuestros deseos en nuestros ojos revelados, nuestra búsqueda mas común de lo que la cotidianidad exige. Esas respuestas tan imbricadas están dentro nuestro.
Respiran bajo la piel de organismos duales, alma y cuerpo, diferentes, únicos, históricos.
Y aunque siempre caminemos por la vereda de enfrente y eso parezca desalentador, el punto de vista determinante es el que nos sitúa lado a lado en la búsqueda de la felicidad.
En ese parámetro me afirmo con todas mis fuerzas.
En ese parámetro levanto mis brazos y arrellano un beso, le busco una cajita de cartón, le doy comida, lo dejo trinando en el balcón naranja de esta vereda agreste.
Pero sólo hasta que cruces, cuando yo lo haya dejado, y lo tomes entre tus brazos, le brindes el cuidado que le faltó, críe alas de ensueño, bata sus esperanzas, y tome vuelo con la anuencia de tu voz y mis enigmáticos cabildeos trasnochados.


Gus

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